Se trata de la Primera Cerveza Artesana Valenciana de Trigo
Zeta Beer ha presentado en Las Cervezas del Mercado by BWK la primera cerveza artesana valenciana hecha de trigo malteado. Trïgger es una Hefeweizen de receta suscrita a la ortodoxia de las Weissbier bávaras más tradicionales y para acompañarla en su bautizo estuvieron acompañando a Guillermo Lagardera, Carlos Ramada y Manuel Fuentes de Zeta y a Christian Jardel, Begoña y Anabel Navas, Paco Valls de Bierwinkel, periodistas como Héctor González, Sandra Paniagua, Mario Beltrán, Iñaki Espeso, Vicente Ordaz o Borja Rodríguez además del los doctores Juan Antonio Mira y Teresa Badía o la abogada Paz Sansaloni sin olvidar a Lola Ruiz, Laurence Lemoine, Laura Lleó, Silvia Pardo, Paula Todolí, Carmen Martínez o Jacobo Fernández Pons.
A todos les encantó lo fresca que es esta nueva artesana valenciana al ser una cerveza con más de un 70% de trigo malteado, malta Pilsen y algo de Munich. Lúpulo Hallertauer. Y la levadura, una cepa traída desde Alemania, del banco de la prestigiosa universidad cervecera de Weihenstephan. El resultado es una cerveza naturalmente turbia, de tono amarillo con destellos ambarinos, una espuma blanca, abundante y persistente, una graduación de 5’9% ABV y poderosos aromas vecinos a los de los grandes clásicos del trigo germano: el plátano, el clavo, las especias…
En un país dominado por la gran producción industrial, sin una tradición cervecera propia y con un modelo de consumo donde la reina de la caña y el hectolitro es la European Lager, sólo las cervezas de trigo, las clásicas, las alemanas, han conseguido acompañar por carreteras secundarias a la oferta cervecera nacional. Los hay que todavía no saben qué es un Ale, pero todo el mundo puede nombrar al menos un par de marcas de Weissbier.
Hace 25 años que comenzaron a llegar aquellas primeras cervezas alemanas. En camiones cargados hasta los topes. Uno al año y para todo el territorio peninsular. Una incipiente distribuidora por entonces, Bierwinkel, llamaba a la puerta con botellas de medio litro con un monje en la etiqueta. A día de hoy, las de trigo se encuentran en el lineal de cualquier supermercado. Son muy buenas cervezas a precios razonables. Implantadas, reconocibles, accesibles y sabrosas. Muy sabrosas.
Sin embargo, son cervezas que sufren mucho con la exportación. Muy turbias. Demasiada levadura en suspensión que evoluciona. Sabores y aromas que se diluyen a medida que avanza el reloj y suben las temperaturas. Las mejores Hefeweizen, las que acaban de salir de fábrica. Las frescas, recién producidas.
Y ahí aparece Trïgger, a contracorriente. En la era del lúpulo, un clasicazo que sobrevivió hasta a la Ley de Pureza. Una cerveza fina, sabrosa, que clama a los cuatro vientos la llegada del verano. Pensada para implantarse todo el año y por toda la geografía, respetando la frescura y la vecindad. De las pocas, casi única Hefeweizen, de entre la cartera de productos de origen nacional, que en su mayaría incorporan mucho menos trigo y mucho más lúpulo que la Weissbier tradicional. Que sale al mercado desde hoy, como homenaje y también alternativa de cercanía al maravilloso trigo alemán. El que nos abrió las puertas hacia un mundo repleto de cerveza mucho más especial. Gratitud eterna y cerveza.