La cuna de la civilización no solo dio lugar a los primeros Estados, sino también al arte de la gastronomía. En los palacios y templos de Mesopotamia, las élites sociales empezaron a disfrutar de la comida como un placer más allá de la simple necesidad de sobrevivir.

La gastronomía, entendida como el arte de preparar y disfrutar de una buena comida, tiene raíces profundas en la historia de la humanidad. Aunque la alimentación básica siempre ha sido parte de la existencia humana, la distinción entre comer por necesidad y comer para disfrutar surgió hace miles de años. Según la Bullipedia, un proyecto que estudia la historia de la gastronomía, este fenómeno no fue casual. Tuvo lugar en los templos y palacios de Mesopotamia, donde las élites sociales y políticas dieron forma a lo que hoy conocemos como el arte de la buena mesa.

La diferencia entre comer y degustar

La diseñadora de moda italiana Elsa Schiaparelli decía en los años cuarenta que «comer bien otorga una alegría espectacular a la vida». Este concepto de «comer bien» fue esencial en las culturas antiguas de Mesopotamia, donde la comida pasó de ser un simple medio de subsistencia a una expresión de poder, lujo y status. Allí, las élites no solo comían para sobrevivir, sino que empezaron a saborear los alimentos, buscando nuevas texturas y combinaciones que les ofrecieran una experiencia sensorial completa.

Los palacios y templos: centros de la gastronomía

Los banquetes organizados por las élites en los palacios y templos de Mesopotamia fueron los primeros escenarios de lo que podríamos llamar «gastronomía». Aunque la mayoría de la población se limitaba a comer para mantenerse viva, la nobleza y los líderes religiosos disfrutaban de banquetes en los que la comida era un espectáculo. Mesopotamia, con su fértil tierra entre los ríos Tigris y Éufrates, ofrecía una abundante variedad de alimentos que permitían a los cocineros experimentar y crear platos cada vez más elaborados.

El impacto de las desigualdades sociales en la gastronomía

La aparición de la gastronomía estuvo ligada a la prosperidad de las primeras sociedades organizadas, que surgieron a partir del Estado. Los gobernantes controlaban los recursos, desde el agua para el riego hasta el poder militar, y cobraban tributos a sus súbditos. Esta acumulación de riqueza permitió a los reyes y sus allegados organizar opulentos banquetes que marcaban la diferencia entre ellos y el resto de la sociedad.

Este auge de la gastronomía no solo reflejaba una diferencia económica, sino también una desigualdad de género. Según la historiadora Gerda Lerner, el patriarcado se consolidó en la Mesopotamia del año 3100 a.C., dando lugar a una estructura social donde los hombres, sobre todo los más poderosos, eran quienes tenían acceso a las grandes comilonas y a los placeres asociados con la buena mesa.

La alimentación diaria de las élites

A pesar de la ostentosidad de los banquetes, la alimentación diaria de las élites mesopotámicas no siempre era tan diferente de la del resto de la población. Muchos gobernantes preferían una dieta frugal, alejándose de los excesos que algunos mandatarios posteriores harían famosos. No obstante, estos líderes seguían siendo los únicos en tener acceso a los ingredientes más finos y las técnicas más avanzadas de cocinado, reservando los grandes festines para ocasiones especiales.

El papel de las clases intermedias en la evolución de la gastronomía

Con el tiempo, la gastronomía fue extendiéndose más allá de las élites. A medida que las sociedades mesopotámicas prosperaban, surgieron nuevas clases sociales, como los funcionarios, altos militares y mercaderes. Estas clases intermedias empezaron a imitar las costumbres culinarias de las élites, contribuyendo a la evolución de la gastronomía. Estas personas no solo eran consumidores, sino también críticos que aportaron nuevas ideas y actitudes hacia la alimentación.

Hacia la popularización de la gastronomía

La gastronomía mesopotámica, que en sus inicios estaba reservada para unos pocos, fue lentamente permeando hacia otras capas de la sociedad. Los mercaderes, por ejemplo, jugaron un papel clave en este proceso, al introducir nuevos ingredientes y recetas gracias a sus rutas comerciales. Con el tiempo, las recetas más sofisticadas empezaron a influir en las cocinas populares, un proceso que continuaría a lo largo de los siglos, hasta que la gastronomía se volvió más accesible.

El largo camino hacia los restaurantes

Aunque la gastronomía nació en los palacios y templos mesopotámicos, pasaron miles de años antes de que este arte llegara al ámbito público. No fue hasta finales del siglo XVIII, en París, cuando aparecieron los primeros restaurantes gastronómicos. Uno de los pioneros fue Dossier Boulanger, quien abrió un local en la Rue du Poulies con un cartel en latín que prometía restaurar a los hombres «cansados de estómago». Este fue el comienzo de una nueva era en la que la gastronomía comenzó a ser accesible para más personas.

Reflexión final

La historia de la gastronomía es una historia de evolución social. Desde sus orígenes elitistas en Mesopotamia, hasta su eventual popularización en la era moderna, la comida ha sido mucho más que un medio de supervivencia. Ha sido una expresión de poder, cultura y creatividad. Hoy, cuando disfrutamos de un buen plato, estamos conectados con miles de años de historia culinaria que comenzaron en los templos y palacios de la antigua Mesopotamia.

¿Cómo crees que ha evolucionado la gastronomía en tu entorno? ¿Te gustaría conocer más sobre las raíces históricas de los platos que hoy disfrutamos?