Alberto Ruiz-Gallardón Utrera, primogénito del que fuera alcalde de Madrid y ministro de Justicia durante la segunda legislatura de Mariano Rajoy, ha tenido que cerrar su restaurante compostelano, Auga e Sal, tan solo cinco meses después de alcanzar su ansiada primera estrella Michelin. Un cierre que ha llegado tras agotar todas las posibilidades sobre la mesa después de acumular grandes pérdidas en el último ejercicio presentado en el Registro Mercantil.
Tal y como publica El Confidencial, el negocio, gestionado por Albert Ego S.L.U. —de la que Alberto es administrador único—, perdió 478.000 euros hasta el ejercicio de 2020. Unas pérdidas que ha confirmado el chef del restaurante, Áxel Smyth, a través de su cuenta de Instagram con un comunicado en el que asegura con gran pesar que «la propiedad del restaurante nos comunicó oficialmente el cese de la actividad por el inicio de un ERE y el cierre del mismo».
Nuevo 1 #EstrellasMichelin #GuiaMICHELIN2022: @ARG_augaesal, Santiago de Compostela.
De la plaza de abastos a la mesa…El chef Axel Smith pone su talento al servicio de la calidad y estacionalidad del producto de proximidad.#MICHELINSTAR22 #GUIAMICHELINESPT pic.twitter.com/seYIqcAf3J— La Guía MICHELIN (@GuiaMichelin_ES) December 14, 2021
Alberto, apasionado del vino y la gastronomía, nunca pensó que se terminaría dedicando a ello de manera profesional. Cumpliendo con la tradición familiar, más aún siendo el mayor de los cuatro hijos que el expolítico tuvo con Mar Utrera, siguió a pies juntillas la estela familiar: pasó por los pupitres de los Jesuitas, estudió Derecho en el CEU (su padre fue incluso delegado de clase) y trabajó en varios despachos de abogados, entre ellos, Pérez-Llorca.
1/2 Queridos todos.
Después de darle muchas vueltas he decidido cerrar Auga e Sal. Llevamos mucho tiempo encadenando pérdidas y reveses y a pesar de la buena aceptación de nuestra propuesta no he sido capaz de traducir eso en sostenibilidad económica.
— Alberto Ruiz-Gallardón Utrera. (@ARG_augaesal) May 6, 2022
No obstante, su camino correría pronto por otros derroteros. Tras casarse en 2012 con Teresa Touriñán, registradora de la propiedad gallega, su vida comenzó a cambiar y aunque, como él ha explicado en algunas entrevistas, vivieron durante los primeros años de noviazgo y matrimonio a caballo entre las dos ciudades de un modo “muy romántico”, lo cierto fue que con el tiempo la cosa se fue haciendo cada vez más insostenible.
El cambio definitivo vino tras el nacimiento de su primer hijo. Un auténtico punto de inflexión en la vida personal que también lo supuso en la laboral. Dispuesto a cumplir su sueño de dedicarse al mundo de la hostelería, en 2015 registró su empresa Albert Ego SL, en la que es administador único para gestionar su primer restaurante en Santiago de Compostela, Auga e Sal (Agua y Sal en gallego).
Un negocio que levantó con ayuda de un equipo de 9 personas, al que está más que agradecido, encabezado por el chef Áxel Smyth, encargado de subir a recoger la chaquetilla oficial sobre el escenario de los prestigiosos galardones culinarios.
Un momento recogido por las cámaras en el que la emoción y el orgullo por el trabajo realizado eran más que evidentes, sobre todo tras las dificultades económicas derivadas de la dureza de la pandemia, que consiguieron entonces remontar hasta alcanzar su meta.
Según se extrae de los documentos del Registro Mercantil a los que tuvo acceso Vanitatis tras la consecución de dicho galardón, Gallardón presentó unos resultados en 2020 con pérdidas que superaban los 88.000 euros. Los cierres derivados de las restricciones del covid, así como el descenso del consumo en cada rebrote, provocaron un descenso en sus ingresos. No obstante, según consta en dicho informe, cuenta con un activo total de casi 350.000 euros.
Unas pérdidas de las que sin duda pensó que no tardaría en recuperarse. No nos referimos solo a la publicidad derivada de alzarse con una estrella Michelin. El restaurante se encontraba situado en el corazón del casco histórico de la ciudad y tenía una capacidad de hasta 40 comensales. Con menús desgustación de diferentes precios y propuestas, las instalaciones, que contaban incluso con un amplio patio central, disponían hasta de un huerto que surtía a las cocinas.
Un sueño que le llevó a cambiar la toga por la chaquetilla que hoy toca a su fin.