En Europa los casos se han vuelto más frecuentes en los últimos años debido a los movimientos migratorios desde países donde la tenia es endémica
Si bien las tasas más altas de infección corresponden a zonas de América Latina, Asia y África donde hay malas condiciones de saneamiento y la cría de cerdos sueltos hace que se pueda estar en contacto con heces humanas, en Europa los casos se han vuelto más frecuentes en los últimos años debido a los viajes y movimientos migratorios desde países donde la tenia es endémica.
Un grupo de investigadores del Instituto de Salud Carlos III ha evaluado por primera vez el impacto de las hospitalizaciones por cisticercosis en España, país en el que no existe un sistema de vigilancia para controlar la forma humana de la patología, no es de declaración obligatoria y los datos sobre animales infectados son escasos, a pesar de la Directiva Europea 2003/99/EC.
“La carga de enfermedad por cisticercosis sigue siendo desconocida en España. Lo que sí sabemos es que la prevalencia de T. solium ha disminuido en los países desarrollados debido a una inspección más estricta de la carne y mejoras en la higiene y saneamiento”, explica a Sinc Zaida Herrador, del Instituto de Salud Carlos III.
Para los expertos, es necesario contar con una estrategia común para la recopilación de datos, la supervisión y la presentación de informes, lo que facilitaría una imagen más precisa del escenario epidemiológico de la cisticercosis en España.
Cómo se infecta un ser humano
Los seres humanos pueden contraer cisticercosis por ingestión de huevos del parásito emitidos con las heces de personas infestadas, por vía fecal-oral, o por autoinfestación a partir de la ruptura de los segmentos en que se divide el cuerpo de las larvas adultas alojados en el intestino del mismo hospedador.
En ambos casos, el embrión liberado del huevo penetra la pared del intestino y es transportado por los vasos sanguíneos a cualquier lugar del cuerpo, donde se desarrollan los quistes. La ubicación definitiva suele ser preferentemente el tejido cerebral, aunque también pueden ubicarse en tejido subcutáneo o en órganos como hígado, riñones y ojo.
La sintomatología depende de los órganos involucrados. Es importante su presencia en el sistema nervioso central, con fuertes dolores de cabeza, desorientación y, en los casos graves, convulsiones, parcial pérdida de la memoria y hasta la muerte. El tratamiento médico, siempre y cuando no se requiera cirugía, se realiza con medicamentos antiparasitarios.
Referencia bibliográfica:
Herrador Z, Fernandez-Martinez A, Benito A, Lopez-Velez R (2018). ‘Clinical Cysticercosis epidemiology in Spain based on the hospital discharge database: What’s new?’. PLOS Neglected Tropical Diseases 12(4): e0006316.
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