No hay que olvidar que lo que sabemos, gracias a los libros de cocina, se refiere
evidentemente a la cocina de aquellos que podían tener un cocinero asalariado, que
era entonces un buen empleo. No era barato. Según los citados documentos de
Simancas, el cocinero del príncipe don Fernando, un tal García de la Vega, cobraba
9 200 maravedís anuales, mientras que los de la infanta Isabel, Juan Dibio y Diego
Racha, gozaban de una renta anual de 18 400 maravedís cada año. Todos ellos tenían
pinches y ayudantes, también bien remunerados.
La cocina popular, tanto en la campiña aislada como en las incipientes urbes, si
no siempre dependía de situaciones de hambre, sí estuvo siempre condicionada por
la escasez, debida más a menudo a muy primitivos sistemas de distribuci6n y mercado
que a una falta de producci6n. Con la excepción de Murcia, fueron muy pocos los
reinos medievales españoles alimentariamente autóctonos y suficientes. Murcia
contaba con una gran riqueza agrícola y una sabia explotaci6n agrícola y ganadera
tanto árabe como cristiana.