Este invasor acuático puede desplazarse más de 100 kilómetros río arriba, poniendo en peligro especies autóctonas y desestabilizando hábitats.
Investigadores de la Estación Biológica de Doñana – CSIC han encendido alarmas sobre el potencial destructivo de la jaiba azul (Callinectes sapidus), un crustáceo invasor que no solo ha colonizado las costas y estuarios españoles, sino que también ha demostrado su capacidad para migrar significativamente río arriba. Este fenómeno representa una amenaza directa para especies nativas y ecosistemas fluviales.
Desde su llegada al Delta del Ebro en 2012, la expansión de la jaiba azul ha sido rápida y amplia, alcanzando otras partes de la costa mediterránea española y cruzando incluso hacia Portugal y el norte de África. Un reciente estudio ha documentado ejemplares de esta especie hasta 108 kilómetros río arriba en la cuenca del Guadalquivir, marcando un récord preocupante para la invasión de cuerpos de agua continentales.
El estudio, publicado en la revista Aquatic Conservation: Marine and Freshwater Ecosystems, sugiere que los embalses como la presa de Alcalá del Río en Sevilla, aunque actúan como barreras físicas, tienen un impacto limitado en frenar la expansión territorial de la jaiba. Sin estos obstáculos, la capacidad de expansión de la especie podría aumentar aún más.
Esta invasión presenta riesgos significativos para la fauna local, incluidas las náyades o almejas de agua dulce, cuyas poblaciones ya están en declive. Además, la jaiba azul supone una nueva complicación para la anguila europea, especie en situación crítica que se ve aún más presionada por la competencia y depredación del invasor.
Los hallazgos de este estudio subrayan la necesidad de estrategias efectivas de manejo y control de especies invasoras que puedan mitigar el impacto sobre los ecosistemas autóctonos y las especies que de ellos dependen. La gestión de la invasión de la jaiba azul es un desafío emergente para la conservación en España, uno que requiere atención inmediata y acciones coordinadas entre las autoridades ambientales y la comunidad científica.