Tapas. Aunque podríamos definirlo como un aperitivo que se sirve en la mayoría de los bares o restaurantes acompañando a la bebida, debemos decir que se ha convertido en algo más que lo dicho. Un formato internacionalmente reconocido, en homenaje a esta tradición culinaria típicamente española: la tapa ya es producto referente a nivel internacional- por lo tanto, parte de nuestro patrimonio. Una forma de comer en pequeñas porciones, mezclando sabores muy diferentes y que es, a la vez, un rito social y una forma de compartir.
«Las tapas son un modelo de comida», señaló Ansón, presidente de la Real Academia de Gastronomía en un desayuno informativo , por tanto, se trata de un patrimonio inmaterial que quieren incluir en esta clasificación que decide la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
La cultura de la tapa ha conseguido romper un techo de cristal, impulsar el desarrollo de actividades creativas, una oferta de valor, cultural y artística, y además hacerla rentable, basada en la proximidad, la excelencia y la calidad.
El turismo gastronómico de este tipo de platos, tiene mucho que ver con el territorio, aportando un valor añadido a la gastronomía de la tapa ya que forma parte de las despensas de España. La gastronomía es parte de la cultura de un territorio y esta relación con el producto local hace que la tapa en cada ciudad tenga su carácter. Ayuda a promocionar gastronomía ligada a territorio, incluso a estrechar lazos con productores, transmitiendo a su vez que detrás de cada producto hay una historia, que se incorpora al relato gastronómico, defendiendo la sostenibilidad en el mundo de la gastronomía recuperando la agricultura y ganadería artesanal mediante el apoyo de la producción agroalimentaria de proximidad y de calidad, facilitando que haya más pequeñas explotaciones que garanticen la calidad de los alimentos y bebidas.
Cuando hablamos tapeo, hablamos de socialización, de libertad: decidir qué, cómo, cuándo y cuánto comer. Un hilo conductor para que la sociabilidad nunca se rompa. Por ello, se trata de una gastronomía social, de disfrutar de un guion gastronómico de calidad, a un precio asequible, que permita probar más bocados, muchos más productos.
Las tapas es un concepto gastronómico muy inteligente, el Food Style actual. Permite racionalizar la gastronomía, el apetitito, permitiendo saborear diferentes sabores y alternativas, adaptándose a un ritmo de vida, en el que la alta ingesta de calorías ya no es necesaria. Siendo de vital importancia la composición del plato, condimentos, elaboración, maridaje, sabor, gusto, presentación, emplatado. Si hablábamos del local, quizás el ambiente, la comodidad, el espacio. Incluso se podría mirar desde otro prisma el del arte, actividad de los restaurantes y el del diseño. Sorprendiéndo, cómo aquellos objetos que de alguna forma parecen cotidianos o estamos tan acostumbrados a ver, forman parte del todo, a la hora de la presentación o pueden incluso llegar a cambiar la elaboración o sabor de un plato, visto desde el diseño: en la cocina, sobre la mesa, en las bodegas, la etiqueta de los vinos y productos.
Fue Ferran Adrià, quien afirmó que “cocinar es diseñar platos”, comenzó una pequeña revolución al incorporar diseñadores industriales en su cocina para presentar sus creaciones de forma exclusiva, definiendo a la vez contenido y contenedor. Esta singular interrelación creativa entre cocina y diseño se ha convertido en uno de los rasgos emergentes de nuestro país con mayor proyección internacional.
Asimismo, se considera que la formación ha sido fundamental para adaptar la oferta gastronómica a las nuevas demandas de consumo. Igualmente, el cliente se ha sofisticado, y los profesionales han mejorado y generado experiencias singulares para los consumidores. No obstante, hay recorrido para sofisticar la oferta de tapas, para que se aprecie mejor y se le otorgue un mayor valor.
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