La planta de abajo del valenciano Mercado Colón luce desde hoy una nueva imagen. Siete creadores locales de diferentes disciplinas —arte urbano, ilustración, costura, fallas o diseño gráfico, entre otras— han participado en la iniciativa ‘Las columnas de Colón’, un proyecto interdisciplinar que une arte, artesanía, diseño y gastronomía.
El ilustrador Coté Escrivà, el artista José Piñero; Lluís Salvador y Jesús Carasusán, de Zedre Art Mural, el diseñador Vicente Marzal, del estudio Conca y Marzal, el artista fallero Manolo Martín y la diseñadora Raquel Rodrigo, de Arquicostura, son los responsables de la decoración que lucirán las columnas del Mercado durante los próximos cuatro meses. La iniciativa quiere contribuir al posicionamiento del mercado como centro de referencia, mediante acciones efímeras como ésta que sean compatibles con el grado de protección de este edificio centenario.
Intervenciones en el Mercado Colón
El alcoyano José Piñero —conocido como ‘el maker de los chefs’ por haber trabajado en la decoración de restaurantes como los de Ferran y Albert Adrià, Quique Dacosta, Ricard Camarena, Dabiz Muñoz, Paco Roncero, Dani García o Kiko Moya—, ha elaborado una columna con volumen que representa montones de cajas con productos de mercado, haciendo referencia a la alimentación sostenible y de proximidad. En esta línea, su intervención, titulada El rastro, está realizada en un 90% con material reciclado, y está coronada por uno de sus míticos ‘carakoles’, que en su rastro recuerda esos valores.
El artista fallero Manolo Martín, fundador del taller Eme doble, especializado en la realización de esculturas y grandes volúmenes, ha centrado su columna en las manos, unas manos en relieve que rodean la columna y representan la proximidad, el trato cercano y el trabajo de agricultores, pescadores y ganaderos que trabajan todo el año para proporcionarnos el mejor producto, y la cadena humana que con sus manos colabora en que los productos lleguen hasta el consumidor final.
Vicente Marzal, fundador del estudio de diseño Conca y Marzal, ha erigido un tótem de conceptos, entre los que se encuentran la alimentación sostenible, consumo saludable, comercio ético, valor compartido, desarrollo rural o sostenibilidad, que envuelven al visitante para hacer que participe activamente de ellos. La estructura crece alrededor de la columna como un símbolo icónico de concienciación, y trata de evocar las sensaciones de la huerta, de la granja o de un mercado a través de los materiales orgánicos, reciclables, acabados manuales y claims.
El ilustrador valenciano Coté Escrivà, conocido por su reinterpretación de los dibujos animados de toda la vida, a los que aporta un aire más rebelde y desafiante, rinde homenaje en su columna a un elemento tan característico de la gastronomía de la Comunidad Valenciana como la gamba roja, que ha dibujado con spray y a mano con rotulador por toda la columna.
Las columnas situadas más al fondo del edificio, junto a la entrada del restaurante Habitual, dan voz a dos representantes del arte urbano con estilos muy diferentes. Lluís Salvador y Jesus Carasusán, de Zedre, Art Mural i Cultura Urbana y Los Artenativos, han intervenido su columna empleando residuos sólidos del Mercado de Colón, siguiendo la tendencia del trash art, en la que el arte se produce a partir de la basura, para dibujar un acuario multicolor, que reivindica los ecosistemas y las especies en peligro de extinción. Su obra se titula Textures de l’horta (texturas de la huerta) porque se han empleado materiales reciclados que recuerdan a la huerta. De hecho, su proyecto, Zedre, tiene un importante componente de recuperación, ya que consiste en transformar los muros y medianeras de la ciudad de Valencia en obras de arte público.
La columna situada frente a ella ha sido decorada por Raquel Rodrigo, fundadora de Arquicostura Studio, un proyecto que se sitúa entre el arte y el diseño, entre lo artesanal y lo industrial. La creadora valenciana ha decorado su columna con un bordado elaborado a mano que representa unas naranjas, fruta que, además de ser uno de los símbolos de Valencia, es uno de los elementos ornamentales de la fachada de algunos edificios emblemáticos de la cuidad como el Mercat Colón o la Estación del Norte. De este modo se trata de recuperar tanto el producto local como el arte del bordado, una técnica tradicionalmente relacionada con la actividad doméstica femenina, aplicándola en otros ámbitos.
La decoración de las columnas permanecerá expuesta al público hasta el próximo 10 de enero, con la idea de convertirse en una convocatoria anual que una comercio, gastronomía y alimentación con otras disciplinas del mundo del arte, el diseño y la artesanía.