Un experto en Ciencia y Tecnología de los Alimentos ha alertado en redes sociales sobre las diferencias entre la carne picada y la llamada «burguer meat» que se encuentra en los supermercados. Mientras la carne picada contiene únicamente carne sometida a un proceso de picado, la burguer meat incluye además otros aditivos y conservantes. De hecho, la burguer meat contiene alrededor del 96% de carne y otros aditivos, mientras que la carne picada 100% no puede tener un contenido graso superior al 20% ni una proporción de proteína superior al 15%. Para asegurarse de que se está comprando carne picada, se debe revisar cuidadosamente el etiquetado del producto.
La industria alimentaria utiliza trucos marketinianos y una legislación ambigua para vender productos que se hacen pasar por carne picada cuando en realidad son preparados cárnicos con una gran cantidad de aditivos y conservantes. La diferencia entre la carne picada y la «burguer meat» es que la primera es un producto elaborado con carne sometido a un proceso de picado, mientras que la segunda es un preparado que incluye otros ingredientes además de la carne. Es importante mirar detenidamente el etiquetado de los productos para asegurarse de que se está comprando carne picada y no una imitación llena de aditivos y conservantes.
Si eres de los que suele comprar carne picada en el supermercado, es posible que te hayas dado cuenta de que las bandejas de carne picada no siempre son lo que parecen. En lugar de ver la palabra «carne» en el etiquetado, es común ver la denominación de «burguer meat» en muchos productos. ¿A qué se debe esto? ¿Realmente estás comprando carne picada?
La respuesta a esta pregunta no es sencilla y ha generado cierta controversia en los últimos tiempos. Por un lado, algunos expertos afirman que la industria alimentaria utiliza esta denominación para comercializar productos que no son exactamente carne picada, sino preparados cárnicos que contienen otros ingredientes y aditivos. Por otro lado, existe cierta ambigüedad en la legislación sobre este tipo de productos, lo que genera confusión en los consumidores.
La Organización de Consumidores (OCU) llevó a cabo un estudio en el que analizó la composición de las bandejas de carne picada que se venden en los supermercados. Los resultados no fueron alentadores: la mayoría de los productos analizados contenían otros ingredientes además de la carne, como soja, proteína vegetal, grasas, féculas y conservantes. Estos productos se comercializan como «burguer meat» o «carne picada» y pueden contener hasta un 50% de otros ingredientes.
Ante esta situación, algunos expertos han alertado sobre la importancia de leer detenidamente el etiquetado de los productos antes de comprarlos. En el caso de la carne picada, es importante comprobar que el producto que estamos comprando contiene únicamente carne y no otros ingredientes añadidos. Además, es importante conocer la proporción de grasa y proteína que contiene el producto.
En general, la carne picada de calidad debería contener al menos un 90% de carne, con una proporción de grasa inferior al 20% y una proporción de proteína inferior al 15%. Si el producto contiene otros ingredientes, estos deberían aparecer claramente identificados en el etiquetado.
Otro aspecto a tener en cuenta es la forma en que se ha procesado la carne. La carne picada de calidad se produce a partir de carne fresca que se ha picado recientemente en la carnicería o en el supermercado. En cambio, algunos productos de baja calidad se producen a partir de carne congelada que se ha descongelado y vuelto a congelar varias veces, lo que puede afectar a su sabor y textura.
En definitiva, si quieres asegurarte de que estás comprando carne picada de calidad, es importante leer el etiquetado del producto con atención y conocer las proporciones de grasa y proteína que debería contener. Si tienes dudas sobre la calidad del producto, es recomendable acudir a una carnicería de confianza en la que puedas hablar con el carnicero y conocer de primera mano la procedencia y la calidad de la carne que estás comprando.