El consumo moderado de vino ha sido durante mucho tiempo objeto de debate en cuanto a sus posibles beneficios para la salud. Sin embargo, hay otro aspecto a tener en cuenta al momento de elegir un vino: su calidad y precio. Un vino de baja calidad, como aquellos que se venden en supermercados a precios inferiores a los 5 euros, podría tener consecuencias negativas tanto para la salud como para los agricultores y productores.
El proceso detrás de la fabricación del vino es laborioso y costoso, desde el cuidado de la viña hasta el envasado. Por lo tanto, es difícil comprender cómo un vino puede venderse a precios tan bajos sin comprometer la calidad. Santi Rivas, experto en el sector vinícola, advierte que aunque algunos vinos económicos pueden tener buen sabor, la mayoría de ellos han pasado por procesos químicos para mejorar su apariencia y sabor. Algunas empresas incluso utilizan chips de madera para dar a sus vinos un matiz más fuerte y hacer que parezcan mejores.
El consumo de vinos de baja calidad podría afectar negativamente la salud con el tiempo. Además, la venta de vinos a precios extremadamente bajos puede resultar en una economía de subsistencia para los agricultores y productores, lo que les impide obtener beneficios justos por su trabajo. Rivas señala a supermercados como Lidl y Mercadona por sus vinos de marca blanca y de origen desconocido, mientras que Alcampo, Carrefour y El Corte Inglés ofrecen vinos que se ajustan más a sus valores.
En resumen, es importante tener en cuenta la calidad y el precio al elegir un vino, tanto por el bienestar de los consumidores como por el de los productores. Optar por vinos de mejor calidad, aunque sean un poco más caros, puede marcar una diferencia significativa en la salud y en la economía de los agricultores.