Lejos de ser pájaros de mal agüero hay que vigilar lo que comemos. La ingestión de alimentos contaminados con agentes biológicos o sus toxinas pueden estropearnos el día en el mejor de los casos, o llevarnos a los servicios de urgencia en los peores.
Ejemplos de infecciones serían la salmonelosis y la hepatitis A; de intoxicaciones por ingestión de toxina preformada, el botulismo y la gastroenteritis por enterotoxina estafilocócica y de las parasitosis, la triquinelosis y la anisakiasis.
Desde el Ministerio de Sanidad recuerdan que los meses de verano constituyen una época especialmente crítica, porque las altas temperaturas favorecen el desarrollo de microorganismos. Asimismo, en esta época hay una mayor tendencia a comer fuera de casa. Por ello, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, recomienda la observación de las siguientes normas, basadas en las Reglas de Oro para la preparación higiénica de los alimentos de la Organización Mundial de la Salud. La adopción de estas sencillas precauciones evitará numerosas enfermedades provocadas por una inadecuada manipulación o conservación de los alimentos.
Recomendaciones
Consumir alimentos que hayan sido tratados o manipulados higiénicamente (no se debe consumir leche sin tratamiento térmico (leche cruda). Las carnes, pescados y productos de repostería deben estar refrigerados o congelados. En los establecimientos de restauración es obligatorio el empleo de ovoproductos en la elaboración de mayonesas, salsas, cremas, etc.
También hay que cocinar correctamente los alimentos (la temperatura a la que debe someterse el alimento debe ser suficiente para que alcance un mínimo de 70º C en el centro del producto) y consumir los alimentos inmediatamente después de ser cocinados. Los alimentos que no puedan ser consumidos inmediatamente o las sobras que se quieran guardar, deben mantenerse bajo la acción del calor, por encima de 60º C, o del frío, a 5º C como máximo.
Se recomienda calentar suficientemente los alimentos cocinados (no siempre es posible aprovechar sobras de una comida anterior, pero si decide hacerlo, caliente dichas sobras a la temperatura máxima antes de consumirlo).
También hay que evitar el contacto entre los alimentos crudos y los cocinados (el trapo de cocina o la bayeta puede ser un excelente vehículo de contaminación), al igual que asegurar una correcta higiene de la persona que va a manipular los alimentos y una limpieza adecuada en todas las superficies de la cocina.
Asimismo, habrá que mantener los alimentos fuera del alcance de insectos, roedores y animales de compañía y utilizar exclusivamente agua potable y no consumir alimentos perecederos que estén expuestos a temperatura ambiente.
Hay muchas más cosas que se pueden hacer para impedir que el verano de 2019 sea recordado como aquel en que acabamos en urgencias por una tonta imprudencia. La mayoría de ellas son de sentido común, así que ahora toca relajarse y disfrutar de las vacaciones. Feliz verano.