Con la llegada al mercado de las cafeteras de cápsulas, muchos consumidores pensaron que el café soluble y el café molido tenían los días contados. Nada más lejos de la realidad. Este método tan rápido, sencillo y práctico esconde también el uso de materiales altamente contaminantes: plástico y aluminio, generalmente. Al parecer, las plantas de reciclaje no están preparadas para procesar este producto, hacerlo tendría un costo demasiado caro, por ello se convierten en residuos no reutilizables y mucho menos biodegradables. Es cierto que algunas empresas han comenzado a solventar este problema, pero todavía queda mucho camino que recorrer, algo que ha beneficiado al resto de métodos de consumo.
Así, el café soluble y el café molido siguen enfrentados en su propia contienda, donde los propios consumidores todavía se debaten entre la comodidad y la autenticidad de ambas versiones, respectivamente. Sin embargo, si las analizamos de manera objetiva, ¿cuál es la mejor opción?
Café soluble vs. café molido
Antes de empezar con la comparativa, es importante recordar que todo café nace de una semilla -aunque el café suele venderse en granos, en realidad son semillas-. Estas se recogen, se secan, se procesan y se tuestan antes de su consumo. Llegados a este punto, los granos tostados suelen seguir dos caminos: por un lado se tritura para hacer café molido -que después irá a parar a las cápsulas o los clásicos paquetes-, mientras que el resto va destinado a las empresas procesadoras o los fabricantes de café instantáneo, el mismo que con tanto éxito comercializan marcas como Nescafé, Marcilla o Jacobs.
Sin embargo, a pesar de experimentar procesos tan parecidos, las características del café en grano y el café soluble son muy diferentes como, por ejemplo, el coste y la comodidad. En este aspecto gana por goleada el café instantáneo, pues para disfrutar de una taza basta con calentar un poco de agua o leche y disolverlo. Además, resulta mucho más asequible que el café molido, aunque algunos expertos no asocian esta ventaja con la famosa relación calidad-precio. Esta no solo depende del dinero que invertimos en el producto, también del sabor, el aroma o su conveniencia.
En cuanto al modo de preparación, el café molido es simplemente café verde tostado y machacado. Mientras que el café soluble se obtiene “tras un proceso de preparación de la infusión de café y secado del agua para obtener el polvo de café soluble”, explican desde Procafé, productor de grandes marcas como Brasilia, Santa Cristina o La Estrella. Para lograr esta textura, las grandes fábricas recurren a la deshidratación, que elimina por completo los compuestos de agua -que después el consumidor volverá a incorporar en el preparado- a través de la liofilización o el secado por pulverización.
El café molido es la opción ganadora en lo que a calidad y sabor se refiere
La pureza de los granos que forman parte de la composición del café molido consigue que esta opción sea la ganadora en lo que a calidad y sabor se refiere. Y es que una de las prioridades del café instantáneo es, como ya hemos visto, su precio. Por ello, utilizan a menudo café robusta de baja calidad, una variedad más amarga e intensa que el resto. Es probable que existan marcas que recurran a semillas de más calidad, pero esto no suele ser lo habitual. Otra forma de reconocer la condición del café es el aroma. El olor del producto será más fuerte si las partículas secas nunca han entrado en contacto con agua caliente, un proceso que el café instantáneo ya ha experimentado meses antes de su comercialización.
Y por último, el impacto medioambiental de ambos productos se ha convertido para muchos consumidores en un factor de suma importancia. Contra todo pronóstico, el café instantáneo es el mejor aliado de aquellos que velan por la seguridad del planeta. “El café instantáneo se somete a un mayor procesamiento y, a menudo, asociamos el procesamiento con una huella ambiental más grande. Sin embargo, con una relación mucho menor de empaques utilizados a cafés preparados (suponiendo que no compras los paquetes de un solo uso que se ven en los hoteles), y con residuos de café molido desechados en sistemas de basura apropiados por las grandes fábricas, el instantáneo es realmente más ecológico”, explican desde el medio especializado ‘Perfect Daily Grind’.
¿Y cuál es el más saludable?
Durante años, el café soluble ha sido considerado una opción menos saludable que el café molido o en grano. Es cierto que dicha variedad atraviesa un proceso industrializado que a menudo incluye conservantes químicos para que los granos naturales permanezcan en perfecto estado mucho más tiempo, afectando así a los componentes aromáticos y nutricionales del café. Sin olvidar que dentro del mismo paquete podemos encontrar granos de mejor y peor calidad.
En algunos casos se utilizan “semillas de tamarindo y el polvo de achicoria para agregarle peso y color. Y esto puede generar problemas estomacales, diarrea y otros problemas de salud”, alertan desde el portal Bioguía. Además, la cantidad de azúcar y acrilamida también es muy superior en el café instantáneo, indica la misma fuente. Por estos motivos, los expertos recomiendan controlar el consumo de este tipo de café, pues si se mantiene en los límites establecidos el peligro se reduce a la mínima esencia.