Valencia Gastronómica
Según la periodista Nuria Safont estos serían los 10 alimentos contra la ansiedad y la depresión
Espinacas, algas y acelgas: Las verduras de hojas verdes contienen una sustancia denominada folato (vitamina B9). Esta incrementa la producción de dopamina, una hormona relacionada con la felicidad y el bienestar.
Frutos secos como los anacardos: Son ricos en zinc, un mineral el regula el sistema nervioso y ayuda a bajar los niveles de ansiedad.
Kefir: Como el yogur, es un probiótico que mantiene el equilibrio de la flora intestinal. Una buena salud del intestino incide en todo el organismo, refuerza las defensas y, según un estudio llevado a cabo por la Universidad de California, la UCLA, disminuye la actividad cerebral relacionada con el estrés.
Chocolate negro: Contiene antioxidantes saludables para tu organismo. Es el caso de la Feniletilamina, una sustancia similar a la que se segrega cuando nos enamoramos. Esta, a su vez, puede reducir los niveles de cortisol, una sustancia relacionada con el estrés.
Sardinas, salmón, atún, boquerones y caballa: Son ricos en ácidos grasos Omega 3. Según los estudios realizados, estos ácidos mantienen la salud del sistema nervioso central. Un estudio realizado en la Universidad de Kuopio en Finlandia observó una correlación que el riesgo de depresión era un 31% más elevada en personas que no consumían pescado habitualmente, especialmente, en las mujeres.
Pechuga de pavo magra: Al igual que los huevos o la leche, contiene una sustancia denominada triptófano. Esta es la responsable de la producción de serotonina, una hormona que se relaciona con la serenidad, el bienestar y ayuda a dormir mejor.
Aguacates: Esta fruta contiene grasas buenas. Además es muy saciante e impide que aparezca la necesidad de picar a todas horas.
Semillas: De lino, de quinoa, etc… contienen un mineral, el magnesio, que regula la presión arterial, combate el dolor de cabeza, y mantiene una buena salud del sistema nervioso.
Pistachos: También contienen ácidos Omega 3, igual que las nueces, y no contienen azúcares. Por tanto, a la hora de picar entre horas, ten a mano un puñado de pistachos u otros frutos secos en vez de recurrir a la bollería industrial.
Otras maneras de controlar la ansiedad y la depresión
La dieta y el ejercicio juegan un importante papel en su prevención. Es más, está demostrado científicamente que la mala alimentación y el sedentarismo pueden aumentar el riesgo de padecer ansiedad o depresión.
Un trabajo dado a conocer por la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) señaló que el consumo de grasas trans, bollería industrial, azúcar y la comida rápida pueden incrementar el riesgo. Mientras que la alimentación sana con productos ricos en ácidos grasos omega 3, y los típicos de la dieta mediterránea (pasta, verduras, hortalizas, frutas, frutos secos, cereales y legumbres) así como la segregación de hormonas como las endorfinas en el deporte, mantienen alejada la enfermedad.
No fumar ni consumir alcohol en exceso, tener una vida social rica y estimular la mente mediante la lectura, el cine, teatro o acudir a museos, así como viajar también mejoran la salud mental.
La depresión en cifras
La depresión constituye un reto para la salud pública, ya que su prevalencia es muy alta: el número de personas que la sufren a lo largo de su vida se sitúa entre el 8% y el 15%. Se encuentra entre las tres primeras causas de discapacidad -la primera en 2030 según las previsiones de la OMS- y genera unos costes individuales, familiares y sociales muy elevados.
En Europa representa una de las primeras causas de pérdida de productividad, jubilación anticipada y ausencia laboral debida a enfermedad y su peso crece cada año (Curran, 2007), según datos proporcionados en el encuentro ‘Radiografía de la Depresión’ organizado por Lundbeck y la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental (FEPSM) y celebrado en Madrid.
Es una enfermedad grave que causa un gran sufrimiento a quienes la padecen y a sus familiares y entorno más cercano. La buena noticia es que tiene tratamiento. La terapia farmacológica y psicológica así como unos hábitos de vida saludables, el mantenimiento de una rutina y el apoyo del entorno pueden curarla.
