El carrito de la discordia: cómo un simple ticket de bar desató una tormenta en redes y levantó pasiones veraniegas

19 abril, 2025
4 mins read

Un bar cobra 1,20€ por entrar con un carrito de bebé y desata un debate encendido sobre los límites del cobro en hostelería. ¿Hasta dónde puede llegar la creatividad de algunos establecimientos?


VALENCIA. En una ciudad donde el drama veraniego suele limitarse a si es mejor el tinto de verano con limón o con gaseosa, un ticket de bar ha conseguido lo impensable: convertirse en el tema de conversación nacional. Y no, no estamos hablando de una paella mal hecha (que eso ya sería para quemar el local), sino de algo aún más insólito: un recargo por entrar con un carrito de bebé.

Sí, lo has leído bien. No por romper un vaso. No por pedir ketchup. No por quedarse dos horas ocupando mesa con una caña. Por un carrito. De bebé.

Y como es lógico en estos tiempos, lo que antes se quedaba en una queja al camarero ahora acaba en redes sociales, foros de indignación y, por supuesto, en artículos periodísticos larguísimos como este, que tú, querido lector, estás empezando a disfrutar.


La nueva tasa que nadie pidió: el «baby fee»

Todo comenzó con un tuit del usuario @soycamarero (que si no lo sigues, probablemente no te enteras ni de cuándo cambia la ley del IVA), quien publicó una imagen del famoso ticket. En él, tras tres humildes consumiciones, se podía leer: “Carrito bebé – 1,20€”.

El tuit, que ya suma miles de interacciones, desató una tormenta digital más potente que la gota fría de septiembre. El personal se volvió loco. Opiniones cruzadas, indignación generalizada y hasta amenazas de “sinpas” (el tradicional arte de irse sin pagar, patrimonio no oficial del veraneo español) inundaron la conversación.

La pregunta que flotaba en el aire era clara: ¿es esto siquiera legal?


Entre lo legal, lo moral y lo que te hace quedar mal

Aquí entramos en terreno pantanoso. Porque aunque pueda parecer una medida sacada de la mente de un hostelero en plena crisis existencial, cobrar por un servicio adicional (aunque sea surrealista) no es ilegal per se. Eso sí, debe informarse previamente, algo que, según los comensales implicados, no ocurrió.

Y claro, si te clavan 1,20 euros sin previo aviso por un carrito que ni estorba, ni molesta, ni consume… pues te cabreas. Y lo compartes. Y boom: viralidad.

Pero más allá del debate jurídico, está el debate moral. ¿De verdad estamos llegando a este punto? ¿La hostelería, que en Valencia debería ser un templo de la hospitalidad, empieza a parecerse a una aerolínea low cost con suplementos por respirar?


Casos similares que nos hacen llorar en barra

Este no es el primer caso. Y, si las tendencias siguen así, tampoco será el último.

En los últimos años hemos visto tickets que incluyen:

  • Suplemento por «sentarse en terraza»: clásico que nunca falla.
  • Recargo por cortar una tarta de cumpleaños: entre 2 y 5 euros por porción. ¡Y sin vela!
  • Suplemento por cubiertos. Por usar cubiertos. En un restaurante. Como si uno comiera con las manos.
  • «Servicio de pan» aunque no lo hayas tocado.
  • El mítico “suplemento por compartir”, como si repartir la comida fuera un acto subversivo.

Pero lo del carrito… eso ha dolido. Porque toca un nervio sensible: la crianza, los bebés, y esa ilusión de que la sociedad aún puede ser amable con los que arrastran biberones y falta de sueño.


Valencia, terrazas y los peligros del buen tiempo

Aquí es donde la cosa se pone más local. Porque, vamos a ser honestos: en Valencia nos encanta una terraza. Desde marzo hasta bien entrado octubre, vivimos literalmente en ellas. Almuerzos, cañas, cenas, cafés de media tarde… todo lo hacemos bajo el toldo de un bar.

Y claro, esa explosión de ocupación trae sus dilemas. ¿Qué pasa cuando ya no cabemos todos? ¿Cuando hay que elegir entre una silla más o un carrito de bebé? ¿Entre el turista alemán y el vecino de siempre? ¿Entre el margen de beneficio y la cortesía?

La respuesta parece estar, cada vez más, en el suplemento.


Reacciones: entre la risa, el enfado y la incredulidad

La publicación de @soycamarero no solo ha generado indignación. También ha alimentado la creatividad popular. Algunos de los comentarios más destacados:

  • “¿Y si traigo gemelos? ¿Me cobran por eje?”
  • “Voy a empezar a llevar el carrito para meter el hielo de casa, que también te lo cobran.”
  • “¡Me cobraron por respirar aire con aroma a fritanga!”

Entre memes, gifs y sugerencias de boicot al bar (cuyo nombre, misteriosamente, no ha trascendido), la red ha hablado: el “baby fee” es, por ahora, el invento hostelero más impopular de 2025.


¿Puede regularse esto? Spoiler: complicado

Las asociaciones de consumidores han salido ya a pronunciarse. FACUA y OCU consideran que el cobro puede ser abusivo si no se informa claramente. Pero claro, entre que se denuncia, se revisa, y se aplica alguna sanción (si es que la hay), el carrito ya ha salido del bar y el niño probablemente ya camina.

Mientras tanto, se recomienda algo tan básico como preguntar. Porque sí, ahora hay que preguntar si te van a cobrar por tener un hijo.


Lo que realmente se juega aquí

En el fondo, esto no va solo de 1,20 euros. Va de cómo tratamos a las familias, a los clientes, y al sentido común. De si la hostelería quiere convertirse en una carrera de obstáculos tarifarios o en ese lugar acogedor donde aún podemos compartir una cerveza y una ración de bravas sin sentir que estamos siendo estafados con estilo.

Y va, también, de cómo lo contamos. De cómo un simple tuit puede prender la mecha de un debate que, con suerte, nos hace mirar un poco más allá del ticket y preguntarnos si realmente queremos pagar por todo… o simplemente vivir y dejar vivir.


¿Qué será lo próximo? ¿Una tasa por sonreír demasiado fuerte? ¿Un extra por ocupar sombra?

Porque sí, todo esto comenzó con un carrito. Pero la pregunta ahora es: ¿dónde ponemos el freno?


¿Y tú qué opinas? ¿Te parece justificable cobrar por un carrito de bebé? ¿O estamos asistiendo al inicio del apocalipsis hostelero versión 2.0?

Sobre mi

Valencia recetas y gastronomía Ama la sitiología #gastronomia #paella #bibliografo detesta lo desabrido y frugal. Es @cocimaniaco con #recetas

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