De profesión vacunador de Peces : Revelando el Intrigante Mundo de la Acuicultura
Una empresa con base en Dílar se dedica a prevenir enfermedades de truchas, salmones, lubinas o doradas criados en granjas marinas
En una tranquila localidad llamada Dílar, en la provincia de Granada, España, está ocurriendo una revolución silenciosa que pocos podrían imaginar. Seis individuos comprometidos con una causa poco convencional se han convertido en los guardianes de la salud de miles de criaturas marinas, vacunando a asombrosos 120,000 peces cada día. En un escenario donde la preservación de los océanos y la sostenibilidad son fundamentales, estos héroes desconocidos están desempeñando un papel crucial en la industria acuícola, y sus acciones están enmendando el curso de la cría de truchas, salmones, lubinas y doradas en granjas marinas.
Este asunto tan singular, que parece sacado de una trama de película, ha llevado a situaciones insólitas, como la vez en que tuvieron que demostrar su inocencia frente a las autoridades de un aeropuerto al mostrar un video de cómo administran vacunas a los peces. «A la gente le resulta muy chocante, no se imaginan que esto existe», afirma Gabriel Calvo, el director de Global Aqua Consulting, una empresa de acuicultura con base en Dílar que lleva 10 años entregada a la causa marina.
Ante esta realidad poco convencional, surgen dos cuestionamientos inevitables: ¿por qué y cómo? Con respecto a la primera pregunta, Gabriel Calvo explica que existen dos motivos primordiales detrás de esta labor inusual: la salud y la economía. «Los peces, al igual que cualquier otra especie, pueden enfermar, por lo que se les administran vacunas para prevenir enfermedades», comenta Calvo. Por un lado, la administración de vacunas asegura el bienestar animal y evita su sufrimiento. Por otro lado, la prevención de enfermedades se traduce en un aspecto económico crucial: las enfermedades que afectan a los peces no solo causan mortalidad, sino también debilitan su crecimiento, lo que resulta en pérdidas monetarias significativas.
Esta tarea, que parece sacada de la ciencia ficción, es llevada a cabo por una empresa compuesta por 12 personas, entre ellas seis vacunadores, un anestesista y un técnico encargado del proceso. Estos individuos, en su mayoría provenientes del área metropolitana de Granada, trabajan incansablemente para mantener la salud de los peces. El proceso de administración de vacunas implica inyectarlas individualmente en cada pez, en un procedimiento que dura aproximadamente un minuto por animal. «Se extraen del agua, se les anestesia, se inocula la vacuna en un punto concreto del abdomen y se les devuelve al agua. Al día, entre los seis, pueden vacunar 120,000 peces», explica Calvo, quien también destaca que su compañía fue galardonada con el premio a la mejor empresa andaluza de innovación otorgado por Andalucía Emprende.
Los peces de cría en granjas marinas, que incluyen variedades como truchas, salmones, lenguados, lubinas, doradas, corvinas y rodaballos, son los beneficiarios principales de esta labor. A diferencia de los peces salvajes capturados en el mar y llevados directamente a las lonjas, los peces de granja son sometidos a un riguroso control sanitario durante un período que abarca de 15 a 18 meses. La primera vacuna se administra cuando los peces tienen solo un gramo de peso, mediante un baño que les permite absorber la vacuna a través de las branquias. La segunda vacuna, aplicada por inyección, se administra cuando los peces alcanzan los 12 gramos.
Entre los valientes trabajadores se encuentra Alejandro Pertíñez, un joven originario de Otura, que se sumó a esta inusual empresa tras ofrecerse como trabajador a petición de unos amigos que ya estaban involucrados en el proyecto. Pertíñez, que en ese momento estaba estudiando un Grado Superior de Medio Ambiente, no podía imaginar que su futuro estaría ligado a la acuicultura. Desde su experiencia, destaca el desconocimiento general que rodea a esta actividad: «Cuando les cuento a mis conocidos a qué me dedico, suelen responder con asombro. Hay mucho desconocimiento sobre esta actividad». Aunque su labor puede resultar riesgosa, como cuando sufrió un pinchazo al vacunar una trucha, Pertíñez y sus colegas están acostumbrados a los desafíos inherentes a su oficio.
En última instancia, la labor de estos seis granadinos va más allá de los números impresionantes y las anécdotas curiosas. Sus esfuerzos tienen un impacto significativo en la industria acuícola, contribuyendo a la preservación de especies marinas y al bienestar animal. Además, sus acciones refuerzan la sostenibilidad de la producción de pescado y resaltan la importancia de la acuicultura en un mundo donde los océanos enfrentan desafíos crecientes. Detrás de los números y las anécdotas hay un grupo de individuos apasionados, dispuestos a dedicar sus vidas a una causa poco convencional pero vital para el equilibrio de nuestro ecosistema marino. La revolución silenciosa de los seis granadinos continúa, recordándonos que incluso en el mundo acuático, los héroes pueden adoptar formas inesperadas.